Todavía son muchos los que creen que hablar de
educación financiera es involucrarse en un mundo técnico y complejo. Por el
contrario, la educación financiera nos permite desarrollar habilidades útiles en
el día a día: presupuestar los gastos de la casa, identificar la tarjeta de
crédito más barata, proteger nuestro patrimonio con un seguro, tener un fondo de
ahorro para enfrentar imprevistos, preparar el retiro.
Transmitir estos conocimientos a toda la población es un reto que requiere
los esfuerzos conjuntos de gobierno, organizaciones sociales e instituciones
financieras y educativas. No obstante, el hogar sigue siendo el primer y
principal entorno en que adquirimos conocimientos y habilidades que utilizaremos
toda la vida.
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